Arka surge como un mapa mineral, un mosaico de huellas donde la materia cuenta su propia historia. Cada pieza evoca la erosión de la piedra, la pátina del metal y el pigmento ancestral, como si fueran estratos de un fresco antiguo desvelado por el tiempo. Su juego de superficies satinadas y cromáticas dialoga con la luz, creando atmósferas cambiantes como las de un cuadro abstracto. Arka convierte la pared en un lienzo contemporáneo que conjuga lo orgánico y lo urbano, un espacio donde el pasado geológico se transforma en lenguaje estético actual.